lunes, 4 de agosto de 2014

Ya no estás.

Abre los ojos lentamente para acostumbrarse a la oscuridad de la habitación y, en cuanto lo hace, busca tu cuerpo en el otro lado de la cama, pero, como siempre, solo encuentra vacío. Aún sigue despertando cada día imaginando que has vuelto con ella, que tu partida solo ha sido un mal sueño, pero no, tu ausencia es la única y jodida realidad. Suspira intentando no recordar tu partida, pero le resulta imposible, tanto como sonreír cada día para aparentar estar bien cuando, en realidad, está tan rota como una muñeca de porcelana que se ha caído al suelo por no tratarla con cuidado, con el mimo que se merece.

Acababa de abrir los ojos después de una dura noche de insomnio que llevaba tu nombre y ya sabe que este iba a ser otro día de mierda, como todos los que habían pasado desde que tú no estabas a su lado porque, joder, tú eras el único que conseguía hacerla sonreír como nunca antes lo había hecho, tú la calaste tan hondo que ahora no puede sacarte de su corazón, tú te volviste tan esencial en su vida como el respirar y ahora... ahora ya no estás, ahora ya no encuentra motivos para continuar andando en una vida que ya no tiene desde que tú no estás, ahora no hay nadie que la saque a flote, ahora nadie le dice lo bonita que es hasta que ella termina por creérselo, ahora no ve luz al final del túnel, tan solo encuentra una oscuridad comparable a la de su corazón.

Se remueve en la cama intentando encontrar una postura en la que estar cómoda y, así, lograr conciliar el sueño de nuevo, pero no lo consigue por más que lo intenta, ya que lo único que quiere es abrazarse a ti y utilizar tu pecho como almohada, pero solo le queda la opción de rodear la almohada con sus brazos y respirar tu perfume impregnado en ella para conseguir caer rendida ante el sueño, aunque eso nunca es suficiente, ya que solo consigue atraer tu recuerdo más y más haciendo que sus ojos comiencen a brillar en la oscuridad de la noche por culpa de lágrimas mudas que llevan tu nombre en ellas.

Cierra los ojos lentamente y aprieta la mandíbula para impedir que las lágrimas comiencen a brotar una tras otra de sus ojos empapando su almohada. Tu recuerdo envuelve su mente y atormenta su corazón pero no lucha por apartarlo, sino que lo deja aparecer sin pegas.

Te encuentras tumbado al otro lado de la cama con uno de tus brazos abarcando totalmente la almohada para juguetear con los mechones de pelo que caen por su rostro sonriente, mientras el otro brazo se encarga de envolver tus manos con la suya. Ella te contempla como si fueras un sueño que se va a esfumar en cuanto despierte y, realmente, no se equivoca, desaparecerás al igual que desaparece el humo de ese cigarro que te fumas siempre antes de irte a dormir. La sonríes mostrando una de esas sonrisas que a ella le parecen las más bonitas que ha contemplado en toda su vida, e inmediatamente después, depositas un beso en esos pequeños labios carnosos que te tienen loco.

-Descansa, pequeña -le susurras acariciando su moflete con delicadeza tras apartar un mechón travieso que lo ha cubierto.

-Lo haré, pero solo porque te tengo a mi lado.

-Debes de hacerlo siempre, porque sino tus ojos perderán ese brillo que tanto me gusta.

Sonríe ampliamente y, rápidamente, aparecen esos dos hoyuelos que te tienen loco.

-Te quiero, pequeña -le susurras lentamente a la vez que ella va cerrando los ojos para dejarse llevar por el sueño.

Y, tras recordar ese 'te quiero, pequeña' como si se lo estuvieras diciendo ahora mismo, sonríe tímidamente para después abandonarse a un sueño tan vacío como su vida.

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