domingo, 5 de octubre de 2014

"Caminando" sola.

Despierta envuelta por la gran oscuridad de la habitación y, nada más hacerlo, se gira en la cama para buscarte al otro lado contemplándola como siempre hacías si despertabas antes que ella, y, sino, para observarte dormir con una sonrisa en la cara que ella pensaba que era causada por la misma razón por la que ella sonreía, vuestra relación. Enseguida capta el frío que desprende tu ausencia y se viene abajo. Aún no ha conseguido olvidarte, le resulta imposible borrarte de su pasado como si fuera algo tan fácil como tachar tu nombre en todo el libro. No, no puede ignorar la única parte buena de su vida, no puede hacer como si nunca la hubiera vivido. Porque, joder, ¿cómo va a ignorar lo único que le hizo sonreír sin mentir? ¿Cómo va a dejar de recordar si todo la lleva a ese pasado en el que caminaba de su mano? Y, es que, ahora camina sola, aunque, bueno, ésto, de caminar tiene poco, ya que casi nunca logra avanzar y, si lo hace, es arrastrándose por el suelo porque no encuentra a nadie que entienda el porqué de tus noches en vela transformadas en ojeras donde nadie querría perderse.

Se levanta lentamente de la cama sin ganas de hacer nada, tan solo de girarse y buscarte en ese camino que la lleva de vuelta a tus brazos o, quizá, tan solo la lleve a un abismo más profundo y doloroso que el de tus ojos.

Sube la persiana para hacer desaparecer esa oscuridad que la envuelve, pero eso no consigue hacer que, la que la invade por dentro, no siga ahí aferrada a su recuerdo, a su quiero y no puedo, porque, joder, quiere correr de nuevo junto a tus brazos, pero es que, éstos, ya están ocupados por otra ya que, tú, a diferencia de ella, sí has logrado olvidar o, quizá, y tan solo quizá, ya que es una mínima posibilidad, solo estés regalando besos para recordar el sabor de sus "te quiero" entre éstos, porque tu orgullo está por encima de todo lo demás; porque no quieres admitir que te equivocaste al dejarla; porque te importaba, pero tu ego de machote te impedía reconocerlo y hacerlo público; porque el qué dirán estaba por encima de todo lo que sentías y nunca más volverás a sentir; porque nadie llena tus cicatrices como ella lo hacía; porque te pasarás el resto de tu vida recordando aquel fallo; porque no tienes el valor suficiente para aceptar que, sin ella, estás jodido, ya que no hay nadie que le de brillo a tus días; porque la echas de menos y, ahora, te atreves a decir, sinceramente, que la quieres, pero ya es tarde, muchacho, porque, ella, se muere por volver a sentirse protegida entre tus brazos, pero piensa que todo fue una jodida mentira que la dejó deshecha y, en cierto modo, así fue.

Enseguida se topa con aquella foto que hay colgada en la pared de enfrente de vuestra cama, aquella en la que ambos salís sonriendo mientras os coméis a besos. Se acerca lentamente hacia ella y pasa las yemas de sus dedos con mimo por tu cara, recordando lo que era verla cada mañana al otro lado de la cama dándole esperanzas de salir a flote. Después, se centra en dibujar con sus dedos la línea fina de tu boca, añorando el limpiarla con su lengua cada vez que se manchaba de ese chocolate matutino que tú solías preparar cada día para darle un buen despertar, porque no sabías que, con solo tenerte entre sus sábanas mimando todas aquellas cicatrices que le recuerdan su duro pasado, ella era completamente feliz.

Y, entonces, rompe en lágrimas sin tener a nadie que sepa percatarlas, enjuagarlas y romperlas en besos. Ya no puede más, siente que su barco está naufragando lentamente sin que, absolutamente nadie, lo pare, sin nadie a quién le importe esa coraza que está creando alrededor de su corazón para ahorrarle un poco de dolor, aunque, chico, que si eres tú el que lo causa, lleva un poco menos de sufrimiento.

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