domingo, 5 de abril de 2015

Luna. (III)

Luna llena.

Luna ha conseguido alzar el vuelo
dejando tras de sí una estela
de cenizas
que le recuerdan su procedencia
de las garras de un infierno abrasador,
envuelto en un "adiós",
que la consumió
cual deseo dejado llevar por el viento
en pleno incendio,
o cual margarita en llamas
que grita un último "no"
antes de desaparecer por completo.
Ha vestido sus rotos
con sus mejores galas
con la ayuda de una sonrisa despeinada
que, envuelta en una sintonía
de subidas y bajadas
de pecho y hoyuelos,
ha traído la primavera
a su vida monocromática y aciaga.
Este cambio de estación,
esta salida de su invierno prolongado,
esta derritiendo el hielo
que albergaba su coraza izquierda
y, por lo tanto, está consiguiendo
que, su pulso, esté volviendo a revivir en ella
tras tanto tiempo latiendo
en pecho ajeno.
Luna ha conseguido
recuperar su brillo
después de tanto tiempo sumida
en la oscuridad
entre trenes
que iban y venían,
sin que ninguno se parase a recogerla
y darle amparo ante la tempestad
que la asolaba constantemente
sin concederle una pequeña tregua
en la que pudiera recuperarse mínimamente
para soportar un nuevo golpe,
hasta que apareció él en su vida
y la sacó de semejantes tinieblas que la envolvían.

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