Luna nueva.
Luna se ha precipitado al vacío
sin tan siquiera poseer seguro contra accidentes
contra bocas que roban todo ápice de cordura,
o una coraza en todas sus facultades vitales
que fuese capaz de temer a aquella mirada enloquecedora
en vez de temblar, dejarse llevar por ella
a aquel mundo de ensueño
de Alicia en el País de las Maravillas,
y despertar cayendo de golpe
contra una realidad monocromática en grises.
Ha perdido su brillo,
se ha consumido cual último rayo de primavera
devorado por un día de invierno traspapelado
que termina haciéndose con todas esas ruinas
que bailan al compás de la lluvia
que empieza a inundar grietas reabiertas
a base de tequila, sal y limón tras una barra de bar
con la música a volúmenes ensordecedores
que consigue hacerle escuchar
su apagado bombeo
y sus crecientes hilos desatados
sacando a flote
demonios que creía tan enterrados
como su felicidad.
Luna, ahora, tan solo es un fantasma
de lo que antaño fue
y ya no es
porque unos ojos negros se lo han llevado con ellos
y lo han arrojado a las vías de tren
para que, el sonido de su risa
en cuellos ajenos,
sea quien produzca el atropello
de aquella chica alegre
y su malherido corazón.
El cielo esta desierto de luminosidad
y Luna camina por él sin rumbo fijo
y dando traspiés
que la conducen al borde del abismo
sin que haya allí nadie
capaz de hacerla frenar.
Mira hacia abajo y ríe estrepitosamente
sin saber si es
por el vértigo que ha recorrido
todo su cuerpo,
o por haberse encontrado con el reflejo
de cuando era Luna llena allí abajo.
Remienda sus alas
y se lanza
en busca de su brillo perdido
en las fauces de unos ojos-abismo.
Con ese fondo básicamente no se lee lo que has escrito y realmente es una pena, te aconsejo que lo cambies, muchos besos, me encanta como escribes
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